Nuestra Obediencia a Prueba de Fuego – Génesis 19
Se cuenta la historia de un hombre que había naufragado y le quedaban pocos minutos para hundirse por completo, las señales de auxilio llegaron a la guardia costera, la cual era la encargada de enviar elementos capacitados para llevar a cabo la operación de rescate. En medio del caos mental y físico, este hombre pretendía no haber perdido su fe, seguía clamando a Dios para que no lo dejara morir.
El primer equipo de rescate llegó en un helicóptero, lanzaron una escalera colgante para que el hombre la tomara, pero él no quiso y respondió: “¡No! Yo sé que Dios me salvará”. El segundo equipo de rescate en motos acuáticas le lanzan chalecos para que aquel hombre se sujetara a ellos, a lo que este responde nuevamente: “¡No! Yo sé que Dios me salvará”. Finalmente el hombre muere, al llegar al cielo le pregunta a Dios: “¿Por qué me dejaste morir?”, a lo que Dios respondió: “Hijo, te envié recursos y medios para salvarte, pero tú no quisiste”. La necedad y desobediencia de este hombre lo condujo a la muerte.
Génesis 19, Un ejemplo de desobediencia
En Génesis 19 encontramos un caso de desobediencia bajo el contexto de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Sodoma era una de las cinco ciudades de la Pentápolis al sur del Mar Muerto. Esta historia está ligada por Abraham y Lot (Gn 13:10; 18:16; 19:1), Sodoma estaba condenada por sus pecados (Gn 18:22), pero Abraham trató de negociar con Dios por la cantidad de justos en el lugar y evitar su destrucción (Gn 18:21-32). El verdadero pecado de este pueblo era la perversión sexual (Gn 19:4, 5; Ez 16:49), los hombres de la ciudad querían abusar de los visitantes de Lot, desde el más grande hasta el más pequeño (Gn 18:20; 19:4), lo cual iba en contra de las costumbres hospedadoras de la ciudad. La petición del pueblo era que Lot sacara a los hombres para “conocerlos”, esto es un eufemismo, es decir, se usa un lenguaje menos ofensivo para el lector. “Conocer” es del hebreo “yada”, que puede significar conocer a alguien o tener relaciones sexuales, aparece 900 veces en el AT y solamente 12 se refieren a las relaciones sexuales, sin embargo, las estadísticas no definen su significado. Esta expresión es la misma que se usa para decir que Adán “conoció” a Eva, refiriéndose al acto sexual (Gn 4:1).
La homosexualidad debía ser castigada con la muerte (Lv 18:22, 20:13; Dt 23:17, 18). Las leyes israelitas prohibían el establecimiento de rameras y sodomitas entre el pueblo (Dt 23:17, 18). La homosexualidad era practicada por mutuo acuerdo, pero la violación era especialmente para los visitantes, puesto que muy pocos hombres querían tener relaciones sexuales con otro hombre, puesto que no tenía sentido.
Los hombres sodomitas tuvieron una desviación sexual extrema, habían cambiado sus deseos naturales, su mentalidad, su corazón y el buen uso de su cuerpo (Gn 3:16; 19:4, 5; Jue 19:22). Bajo este contexto, unos varones (ángeles) llegaron a la ciudad para proteger a Lot (vv. 9-11), diciéndole: “¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar, porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová, por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo” (vv. 12, 13).
Ante tal advertencia, Lot se ve ridiculizado por su familia (v. 14), pero los ángeles se enfocaron en preservar su vida por misericordia de Jehová (v. 15). Las instrucciones específicas fueron: “Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas”. Lot apela a la misericordia y pide que se le conceda la tierra de Zoar para que la destrucción no lo alcanzara y muriera (vv. 18-23).
Después de estar a salvo o de camino, “entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra” (vv. 24-25). El azufre en el original denota cualquier sustancia inflamable, quizá una erupción volcánica unidas a una violenta tempestad eléctrica. En la actualidad se cree que esta región se encuentra bajo el extremo meridional del Mar Muerto, donde cayeron gas ardiendo y azufre, sepultando la ciudad (John MacArthur).
Mientras azufre y fuego caía sobre Sodoma y Gomorra, “la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal”. La orden angelical era huir sin mirar atrás (v. 17), pero la esposa de Lot hizo lo contrario; al hacerlo no solo quedó sepultada como sal, sino que se convirtió en un ejemplo de desobediencia, lo cual la condujo a la
muerte. Los pueblos también se convirtieron en un ejemplo de pecado extremo en la tierra (Jud 7). Maxwell dice:
En el siglo XX estamos siendo testigos de un pavoroso renacimiento de las perversiones antiguas y aun aumentadas que aparecen por todo el mundo y causan horror a los líderes de todas las naciones. Los periódicos dedican sus negros titulares a los constantes crímenes e inmoralidades a todos los niveles […] La apostasía puede comenzar con el nacimiento y cobijo de dudas intelectuales, pero ciertamente no tardará en manifestarse mediante la degradación física y moral.
Al llegar la mañana, Sodoma y Gomorra ya no serían los mismos pueblos del día anterior, porque vino el juicio y la destrucción de Dios a causa del pecado (vv. 27-30). Dios destruyó aquella ciudad pecadora, la cual había cambiado los ideales de Dios por su perversión y percepción cultural.
Nada nuevo hay debajo del sol
Así como Sodoma y Gomorra cambiaron de condición por el juicio divino, el mundo como lo conocíamos en el 2019 ya no existe y nunca volverá a ser igual, esto se debe a la propagación impresionante del Covid-19. Sin embargo, lo que vivimos en la actualidad no es nada nuevo, como diría Salomón: “nada hay nuevo debajo del sol” (Ec 1:9), las preguntas latentes serían, ¿Dios está enviando juicio y destrucción a la tierra con el Covid-19? ¿Dicha enfermedad es fruto de la pecaminosidad del hombre? ¿Ser positivo al Covid-19 es pecado? ¿Ser positivo al Covid-19 es porque somos más pecadores?
Seguramente existen muchas teorías o especulaciones, sin embargo, es importante reconocer que Dios es justo y no dejará sin castigo a todo aquel que lo merezca. Además, el hombre por su pecado ha provocado una decadencia de la imagen de Dios en sí mismo (Gn 3), es heredero de la muerte eterna (Ro 3:23), excepto si deposita su fe en Jesucristo (Ro 6:23). Ante todo esto, es imprescindible señalar que la soberanía de Dios muchas veces es incomprensible, pero esto no indica que las cosas se le salgan de la mano en cualquier momento, puesto que Él es soberano.